Atención: entrada depresiva
Desgraciadamente las vacaciones tienen que acabar algún día. Bueno en realidad no, creo que si estuviésemos todo el año sin hacer nada al final nos cansaríamos y las vacaciones perderían su encanto especial. Pero siempre que terminan las de verano pienso “lo que daría por una semana más para poder tal y tal cosa”, al contrario que otras personas que dicen que los últimos días se aburren porque ya no les queda más que hacer, yo empiezo a hacer balance y darme cuenta de que no he podido hacer ciertas cosas. Podría ponerme a intentar hacer todo como una loca pero es que no me apetece. Me siento paralizada por el final y hay una especie de ambiente melancólico que te quita las ganas de salir, de ir al cine, quedar… Cuando falta todavía un poco más de una semana es al revés, es verdad que hay una ligera sensación de tristeza (bueno tristeza es exagerado) pero es en cierto modo un poquitín agradable y no sé, es como si te presionase a hacer cosas, a aprovechar esos días de cerca-del-final-pero-no-muy-cerca. Lo malo es que durante esta última semana ha hecho un tiempo horrible, varios días de terral, lo que se traduce en un calor sofocante y seco que recuerda al Sahara; lo que me ha impedido quedar en el centro o hacer cualquier actividad sin aire acondicionado. Lo irónico es que ahora han bajado las temperaturas y está nublado, mucho mejor para salir.
Otra cosa de la Vuelta al Cole es que parece que lo tienen que recordar constantemente, ya desde principios de agosto tienen que dar la matraca con los anuncios, los carteles, las ofertas. Gracias pero no necesito que alguien me recuerde que las vacaciones terminan en septiembre. En ese momento, recordando los días de colegio, me pregunto: ¿cómo hacía para despertarme tan temprano?¿para prepararme en cincuenta minutos cuando ahora ese el tiempo que gasto en levantarme de la cama?¿en resistir todo el día comiendo poquísimo? La respuesta es sencilla: como antes, pero la simple idea de volver a esa rutina estresante ya me deprime. Es curioso pero yo todavía recuerdo esos últimos días de colegio en los que se hace básicamente nada, y de pasarme tanto tiempo inactiva hasta deseaba dar una clase relajadita. Y ese el recuerdo más cercano que se guarda del colegio pero en el fondo sabes que no va a tener nada que ver, que a las dos semanas las vacaciones no serán más que un recuerdo vago, casi un mito y que estarás igual de cansada que si hubiesen pasado tres meses de clases. Lo peor es cada vez el tiempo de “adaptación” se va haciendo más corto, es decir que empezamos a trabajar antes en serio”. Estos primeros días el calor dentro de las clases es sofocante, te pegas a la silla, te cansas más y claro, añoras el aire acondicionado que te espera en casa.
Después están las típicas ideas o frases para animarte, aquí voy a hacer una selección de ellas.
– Volverás a ver a TODOS tus compañeros, hablaréis de las vacaciones…: típica frase que dice tu madre o tu padre para consolarte. Y ahí está al problema ¿de verdad quiero ver a todos? Me llevo en general bien con casi todo el mundo pero los típicos pesaditos-graciosetes-mongolos no se los quita nadie y creo que mucha gente tampoco desea verlos, vamos que no se les echaría en falta. Lo de hablar de las vacaciones es bastante gracioso, normalmente con los amig@s sé lo que han hecho y en la mayoría de los casos nos hemos visto etc, por lo tanto no queda mucho que contar. Con otras personas no tan cercanas sí hay más que hablar pero las conversaciones suelen reducirse a: “-¿Qué tal las vacaciones?- Bien, estuve en tal, tal y tal sitio y ¿tú?- Bien, estuve en tal ciudad y tal pueblo.” Es decir a los dos días el tema suele estar bastante agotado y no da más que para un par de anécdotas.
– La ilusión de estrenar material nuevo: eso tenía su gracia hace unos años, de verdad me gustaba elegir los bolis, comprar alguna chorradita, estrenar mochila nueva, los libros nuevos… Recuerdo que de pequeña me parecía casi impensable no cambiar de mochila cada año (como le daba la tabarra a mi madre XD) o reutilizar algún lápiz. Con los años la ilusión se pierde y la mayoría del material es del año pasado o si lo he comprado ha sido porque era necesario, por ejemplo la mochila que seguramente la cambio porque la actual ya lleva varios años y está hecha un asco.
No creáis que soy de las que odian el colegio a muerte, a mí eso me parece una estupidez (a no ser que sea un caso extremo) porque te guste o no vas a tener que ir, o sea que lo mejor es llevarlo lo mejor que se pueda. A mí dependiendo del día hasta me apetece ir (los que tienen un buen horario), se le va cogiendo hasta gustillo a esa rutina. Y es que soy una persona a la que no le gustan mucho los cambios por eso me cuesta lo del final de las vacaciones. Hasta los primeros días de vacaciones se me hacen un poco duros, me despierto demasiado pronto, no sé que hacer, se me hace raro no ver a mucha gente , siento cierta nostalgia por esos últimos días de colegio. Pero cuando te adaptas a la rutina de la vacaciones, qué duro es volver a la realidad… Yo intento irme acostumbrando paulatinamente, para que el cambio no sea tan brusco, adelantando la hora a la que me acuesto y levanto. Bueno con esta entrada ya me he desahogado un poco, que ese era el objetivo.
Por cierto como ahora disfrutaré de menos tiempo libre, el ritmo de publicación se reducirá pero voy intentar escribir una o dos entradas a la semana como mínimo.